se sienta en la reposera oxidada que hace "crack"
y despierta a Don Mosquito.
Pero me fui por la ramas laterales del árbol que planté hace cien años;
Por que no importa ni el zum ni el zam en la oreja,
si no el espiral que se enciende en estos casos.
Ese sabor a metal en el paladar,
esa memoria olfativa que nos recuerda todos los espirales prendidos,
ese momento en que nuestra piel se cubre de humo seda
ese momento en el que estabamos acompañados.